El síndrome del impostor afecta a muchos emprendedores que, pese a sus logros, dudan de su capacidad y sienten que no merecen el éxito alcanzado
En el mundo del emprendimiento, donde la presión por innovar, crecer y destacar es constante, el síndrome del impostor se ha convertido en un obstáculo silencioso que afecta a miles de personas.
Este fenómeno psicológico se caracteriza por la sensación de que los logros obtenidos son producto de la suerte o de factores externos, y no del talento o esfuerzo propio.
Aunque el emprendedor haya recibido reconocimientos, financiamiento o validación, puede sentir que no los merece.
Causas principales. Según especialistas consultados por El Economista, las causas más comunes del síndrome del impostor en emprendedores son:
Comparación constante con otros emprendedores, especialmente en redes sociales, donde se muestran éxitos pero no fracasos.
Falta de confianza en las propias habilidades, alimentada por la incertidumbre que rodea a las startups y proyectos emergentes.
Presión por mantener una imagen de éxito, que puede generar ansiedad y autoexigencia excesiva.
Entornos altamente competitivos, donde el reconocimiento externo se vuelve la única medida de valor.
Señales de alerta. Algunas señales que pueden indicar la presencia del síndrome del impostor incluyen:
Sentir que se ha “engañado” a otros sobre las propias capacidades.
Evitar hablar de logros o minimizar el éxito alcanzado.
Temor constante a “ser descubierto” como un fraude.
Dificultad para aceptar elogios o reconocimientos.
En México, el 76% de las personas afirma haber experimentado este síndrome, según datos de OCCMundial.
¿Cómo superarlo?. Superar el síndrome del impostor requiere trabajo personal y apoyo externo. Aquí algunas estrategias recomendadas:
Reconocer los logros propios y documentarlos para tener evidencia tangible del progreso.
Evitar comparaciones y enfocarse en el propio camino.
Buscar redes de apoyo, como mentorías, grupos de emprendedores o terapia psicológica.
Practicar la autocompasión, entendiendo que el error es parte del crecimiento.
Ser transparente sobre los retos, lo que ayuda a normalizar la incertidumbre en el ecosistema emprendedor.
El síndrome del impostor no define la capacidad de emprender, pero sí puede limitar el crecimiento si no se atiende. Reconocerlo es el primer paso para avanzar con seguridad y autenticidad.



