El gobierno federal proyecta un incremento de 9.1 billones de pesos en la deuda pública, lo que elevaría el total a más de 20 billones de pesos para 2026
El gobierno federal proyecta un incremento de 9.1 billones de pesos en la deuda pública, lo que elevaría el total a más de 20 billones de pesos para 2026. Esta cifra representa aproximadamente el 60% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional, y aunque puede parecer lejana, sus efectos se sienten directamente en la economía de los hogares mexicanos.
De acuerdo con especialistas, este nivel de endeudamiento implica que cada ciudadano carga con una deuda promedio de 151 mil pesos, que se paga indirectamente a través de impuestos como el IVA, el ISR y otros gravámenes que afectan el ingreso disponible.
¿Cómo afecta al bolsillo?. Menos inversión en servicios públicos: El aumento en el pago de intereses de la deuda reduce los recursos disponibles para salud, educación, seguridad y programas sociales. Esto obliga a las familias a cubrir con su propio dinero servicios que deberían recibir del Estado.

Presión fiscal: Para cubrir los compromisos financieros, el gobierno podría aumentar impuestos o mantener cargas tributarias elevadas, lo que afecta el poder adquisitivo de los hogares. Reducción de apoyos sociales: En los primeros cinco meses de 2025, el gasto en subsidios y transferencias cayó un 10% en términos reales, mientras que el pago de intereses por deuda aumentó 13%. Esto significa menos becas, pensiones y apoyos directos para las familias.
Menor inversión pública: La caída en la inversión física limita el desarrollo de infraestructura, lo que frena la generación de empleos y el crecimiento económico regional.
Mayor vulnerabilidad económica: Con menos margen para enfrentar emergencias o invertir en desarrollo, el país se vuelve más dependiente del financiamiento externo, lo que puede traducirse en ajustes económicos que afecten directamente a los hogares.
El impacto no solo es inmediato. Las futuras generaciones heredarán esta carga financiera, lo que podría limitar el crecimiento económico y la capacidad del Estado para responder a nuevas necesidades sociales. La deuda pública, aunque invisible en el día a día, se traduce en menos oportunidades, más presión fiscal y mayor desigualdad si no se gestiona con responsabilidad.