Desde que asumió el poder, Milei ha impulsado una política económica centrada en el equilibrio fiscal
La decisión del presidente Javier Milei de vetar una ley clave aprobada por el Congreso argentino ha encendido las alarmas no solo en el ámbito político local, sino también en los mercados internacionales. En un contexto de reformas estructurales y ajuste fiscal, este conflicto institucional podría alterar las expectativas de inversión, el acceso al crédito externo y la estabilidad macroeconómica que el Gobierno busca consolidar en 20252.
Desde que asumió el poder, Milei ha impulsado una política económica centrada en el equilibrio fiscal, la reducción del gasto público y la liberalización del mercado. Estas medidas han logrado resultados visibles: una baja sostenida de la inflación, superávit primario y una recuperación gradual de las reservas internacionales. Sin embargo, la confrontación con el Congreso y los gobernadores provinciales amenaza con frenar el ritmo de reformas y generar incertidumbre sobre la gobernabilidad.
Los analistas internacionales advierten que la tensión política podría afectar la confianza de los inversores. Si el Congreso logra revertir el veto presidencial, se abriría un escenario inédito que pondría a prueba la solidez institucional del país. En ese caso, el Gobierno ya contempla una estrategia judicial para impugnar la ley, lo que podría prolongar el conflicto y generar ruido en los mercados financieros.
A pesar de estos desafíos, organismos como el FMI y bancos internacionales proyectan un crecimiento económico del 5% para Argentina en 2025, impulsado por el sector agroexportador, la energía y una mayor inversión privada. La clave estará en mantener la disciplina fiscal sin perder el respaldo político necesario para avanzar con nuevas reformas. La relación con Estados Unidos y el posible acceso a nuevos fondos también juegan un papel estratégico en este equilibrio.
En el plano externo, factores como la desaceleración económica en Brasil, la inflación en EE.UU. y la volatilidad de los mercados emergentes podrían amplificar los efectos de la crisis política interna. Una caída en las exportaciones o una fuga de capitales pondría en riesgo la recuperación económica, especialmente si se debilita el tipo de cambio o se deteriora el clima de inversión.
Argentina se encuentra en un momento decisivo. La capacidad del Gobierno para sostener su programa económico frente a la presión política será observada de cerca por los actores internacionales. Si logra sortear el conflicto institucional y mantener el rumbo fiscal, podría consolidar su transformación económica. Pero si la crisis se profundiza, el país podría enfrentar una nueva etapa de inestabilidad con consecuencias globales.