Para ser considerado parte de la clase media, se estima que una persona debe ganar al menos 20,000 pesos mensuales
En México, un buen salario se define como aquel que permite cubrir las necesidades básicas, acceder a servicios de calidad y participar activamente en la vida económica y social del país. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el salario promedio nacional en 2025 ronda los 14,163 pesos mensuales, mientras que en la Ciudad de México asciende a 23,620 pesos, lo que marca una diferencia significativa entre regiones.
Para ser considerado parte de la clase media, se estima que una persona debe ganar al menos 20,000 pesos mensuales. Este umbral salarial no es arbitrario. Está basado en el costo de vida promedio, que incluye alimentación, vivienda, transporte, salud, educación y recreación. Un ingreso inferior a este monto limita el acceso a servicios esenciales, perpetúa la desigualdad y reduce las oportunidades de desarrollo personal y profesional.
Por ello, garantizar un salario digno no solo es justo, sino estratégico para el crecimiento del país. La Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) revela que los hogares más ricos en México ganan hasta 14 veces más que los más pobres.
Esta brecha salarial es una de las principales causas de la desigualdad estructural. Un buen salario contribuiría a cerrar esta brecha, fortaleciendo el poder adquisitivo de las familias y dinamizando la economía local a través del consumo interno. Además, el acceso a un salario justo tiene un impacto directo en la salud mental y física de los trabajadores.

Estudios internacionales demuestran que el estrés financiero está vinculado a enfermedades crónicas, ansiedad y depresión. En México, donde el 40 % de la población ocupada gana el equivalente a un salario mínimo, mejorar los ingresos es también una medida de salud pública. Desde una perspectiva educativa, un buen salario permite a las familias invertir en la formación de sus hijos. Esto genera un círculo virtuoso: mayor educación conduce a mejores empleos, lo que a su vez mejora los ingresos. Sin este piso económico, millones de jóvenes quedan atrapados en ciclos de pobreza y precariedad laboral.
En términos de productividad, los trabajadores mejor remunerados tienden a estar más motivados, comprometidos y capacitados. Las empresas que ofrecen salarios competitivos reducen la rotación de personal, mejoran su reputación y aumentan su eficiencia. Por eso, elevar los salarios no solo beneficia al trabajador, sino también al empleador y al país en su conjunto. La informalidad laboral sigue siendo un obstáculo. Muchos mexicanos trabajan sin prestaciones ni seguridad social, lo que agrava la vulnerabilidad económica.
Un buen salario debe ir acompañado de condiciones laborales dignas, incluyendo contratos formales, acceso a salud, pensiones y protección legal. Esto fortalece el tejido social y promueve la justicia laboral. En conclusión, un buen salario en México, al menos 20,000 pesos mensuales, no es un lujo, es una necesidad. Es el punto de partida para construir una sociedad más equitativa, saludable y productiva. Cada mexicano merece vivir con dignidad, y eso comienza por recibir una remuneración que refleje su esfuerzo, su talento y su derecho a prosperar.