Cuando la economía se contrae, el banco central suele aplicar medidas como la reducción de tasas de interés
Cuando una economía enfrenta una contracción, es decir, una disminución en su crecimiento y actividad productiva, el banco central se convierte en un actor clave para mitigar los efectos negativos. Su papel es garantizar la estabilidad monetaria y financiera, al mismo tiempo que busca estimular la recuperación.
La herramienta más común es la reducción de las tasas de interés de referencia, lo que abarata el crédito y facilita que empresas y familias accedan a financiamiento. Esto incentiva el consumo y la inversión, motores esenciales para reactivar la economía.
Aunque la prioridad es impulsar el crecimiento, el banco central debe vigilar que la inflación no se dispare. En México, por ejemplo, Banxico ha recortado tasas en 2024 y 2025, confiando en que la inflación convergerá hacia su meta del 3% en los próximos trimestres.
Las decisiones del banco central también envían mensajes al mercado. Un recorte de tasas o la implementación de medidas de liquidez buscan transmitir confianza a inversionistas y ciudadanos, mostrando que la institución está actuando frente al debilitamiento económico.
Con tasas más bajas, los bancos comerciales pueden ofrecer créditos más accesibles. Esto favorece la compra de bienes duraderos, la inversión empresarial y el dinamismo en sectores estratégicos, como vivienda, turismo o infraestructura.
No obstante, el banco central debe actuar con prudencia. Una relajación excesiva de la política monetaria podría generar desequilibrios financieros o presiones inflacionarias. Por ello, las medidas suelen ser graduales y acompañadas de evaluaciones constantes.
En escenarios recientes, Banxico ha proyectado un crecimiento muy limitado, incluso cercano a cero, pero confía en que sus ajustes monetarios contribuyan a estabilizar precios y sentar las bases para una recuperación moderada en 2026.
